Entre las cosas que llegan para quedarse en la adolescencia como la voz grave (sólo los afortunados la verdad), el gusto por el sexo, el vello púbico, la estatura, los primeros amores, los afortunados que descubren que existe buena música en éste mundo, también el conflicto con las mujeres (o viceversa), otro de los que hasta la fecha se manifiesta conmigo como a muchos otros es la ansiedad.
En mi caso la ansiedad pega en todo tipo de ocasiones, cuando busco un libro y no lo encuentro, cuando veo algo que me emociona en internet, cuando no encuentro las llaves de la casa y no puedo salir hasta encontrarlas o los segundos antes de una entrevista de trabajo, todas esas, y otras, son para mi la ansiedad normal; la que no soporto es esa ansiedad que me pega cuando me llega la certeza de que hasta aquí llegue, que a la vuelta de la esquina me va a pasar algo, y con eso me refiero a un desenlace fatal en la historia de Gabo, desde las cosas relativamente lógicas como ser atropellado por un auto que no vi pasando por una muerte por arma de fuego, de arma blanca o cosas más complicadas que el pudor no me permite escribir aquí. Ese tipo de ansiedad la conosco de forma ininterrumpida desde que llegué a la adolescencia, y no miento, ni exagero cuando digo que todos los días sin excepción sufro de esa falsa certeza fataliosta de una forma obsesiva y desgastante en todo momento que abandono mi casa.
A éstas alturas del partido, osea 10 años después de que comencé con esa manía, debo admitir que mi fijación por hacer un reporte de mi muerte ha alcanzado niveles absurdos, en ocasiones no puedo dejar de pensar "mira, ésta es la última entrada que dejo en tweeter antes de morir" o "esa conversación que tuve por telefono con vanesa será la más memorable por que fué la última" o incluso en el transcurso de salir de mi casa digo "así dejo mi cuarto en esas condiciones para siempre" "al menos mi mamá me vió una última ves" etcétera.
Y si, los invito a reírse y pensar en lo ridícula que es mi mala compulsión psicológica por anticipar mi muerte, es simple, e incluso cuando la redacto para ustedes a mi me suena absurda, pero también es lo más cerca que puedo compartirla con ustedes sin querer sonar demasiado "teátrico". La ansiedad de morir se mezcla con otra de mis ansiedades que es cuando discuto sólo, con esa obsesión por disculparme de cada comentario sarcástico y mamón que hago de la gente que veo mientras conduzco o en su defecto mientras viajo en el urbano o camino por la calle, si llego a decir "maldita gorda que no se para a tiempo para marcar su parada de camión" otra parte de mi rápidamente dice "no mames wey por que dices eso" y la réplica varía dependiendo si la música que escucho es en ingles, español o lo que sea "sorry man, perdón, lo siento, tosser" etcétera.
Así que ya pueden verme ántes de que me saluden en la calle o donde sea y decir, "mira, ahí va ese tipo que va redactando mentalmente su supuesta muerte del día de hoy mientras su otro hemisferio critica a la docena de personas con quienes se cruzó en el camino".
Me pregunto si dentro de otros diez años incluiré musicalización a mis dramáticas muertes ficticias.
En mi caso la ansiedad pega en todo tipo de ocasiones, cuando busco un libro y no lo encuentro, cuando veo algo que me emociona en internet, cuando no encuentro las llaves de la casa y no puedo salir hasta encontrarlas o los segundos antes de una entrevista de trabajo, todas esas, y otras, son para mi la ansiedad normal; la que no soporto es esa ansiedad que me pega cuando me llega la certeza de que hasta aquí llegue, que a la vuelta de la esquina me va a pasar algo, y con eso me refiero a un desenlace fatal en la historia de Gabo, desde las cosas relativamente lógicas como ser atropellado por un auto que no vi pasando por una muerte por arma de fuego, de arma blanca o cosas más complicadas que el pudor no me permite escribir aquí. Ese tipo de ansiedad la conosco de forma ininterrumpida desde que llegué a la adolescencia, y no miento, ni exagero cuando digo que todos los días sin excepción sufro de esa falsa certeza fataliosta de una forma obsesiva y desgastante en todo momento que abandono mi casa.
A éstas alturas del partido, osea 10 años después de que comencé con esa manía, debo admitir que mi fijación por hacer un reporte de mi muerte ha alcanzado niveles absurdos, en ocasiones no puedo dejar de pensar "mira, ésta es la última entrada que dejo en tweeter antes de morir" o "esa conversación que tuve por telefono con vanesa será la más memorable por que fué la última" o incluso en el transcurso de salir de mi casa digo "así dejo mi cuarto en esas condiciones para siempre" "al menos mi mamá me vió una última ves" etcétera.
Y si, los invito a reírse y pensar en lo ridícula que es mi mala compulsión psicológica por anticipar mi muerte, es simple, e incluso cuando la redacto para ustedes a mi me suena absurda, pero también es lo más cerca que puedo compartirla con ustedes sin querer sonar demasiado "teátrico". La ansiedad de morir se mezcla con otra de mis ansiedades que es cuando discuto sólo, con esa obsesión por disculparme de cada comentario sarcástico y mamón que hago de la gente que veo mientras conduzco o en su defecto mientras viajo en el urbano o camino por la calle, si llego a decir "maldita gorda que no se para a tiempo para marcar su parada de camión" otra parte de mi rápidamente dice "no mames wey por que dices eso" y la réplica varía dependiendo si la música que escucho es en ingles, español o lo que sea "sorry man, perdón, lo siento, tosser" etcétera.
Así que ya pueden verme ántes de que me saluden en la calle o donde sea y decir, "mira, ahí va ese tipo que va redactando mentalmente su supuesta muerte del día de hoy mientras su otro hemisferio critica a la docena de personas con quienes se cruzó en el camino".
Me pregunto si dentro de otros diez años incluiré musicalización a mis dramáticas muertes ficticias.