Hablando del trabajo y las actividades cotidianas

Si le preguntan a mi mamá, llevo cumplido un año desempleado, si me lo preguntas a mí, de entrada herirías mi orgullo de productor de radio, de fotógrafo, de investigador para la tésis y actualmente de camarógrafo; lo mas probable es que te explique que trabajo como freelancer para la agencia Grupo Señal y presto mis servicios ocasionalmente, donde la palabra ocasional significa una o dos veces cada quince días.
Dejando a un lado esa pobre excusa, y la ocasional también de que reparo computadoras, si, estoy desempleado.
Pasar tanto tiempo sin contribuir en mucho a la sociedad no es tan malo, pero como debe ser aceptado tiene sus circulos interminables que ocilan entre sentirte bien contigo mismo haciendo muchas cosas que los colegas contratados no pueden, como disfrutar las mañanas donde quieras (no solamente dormido, aclaro) o la inevitable meditación que acompaña los momentos de ocio.
Sin embargo, cuando alguien te habla sobre la depresión de estar desempleado, es algo que con toda franqueza, no está muy alejado de la realidad.
No me da miedo admitirlo, he tenido días pesado y difíciles, donde reconoces lo mal que es ser mantenido por los padres y dejar que las oportunidades pasen así como el dinero, que sin ser un eje central de mi vida, en ocasiones extraño derrocharlo.
Pero como todo, lo importante es aceptar esa oscilación inevitable de pensamientos, reconocer que la depresión y la estabilidad, y como dijera Benedetti, "los paréntesis luminosos de felicidad" que también existen, son algo que van y vienen en la vida de desempleado sin ningun orden y muchas veces atropellándose entre todos.
Si algo me gusta hacer cuando escribo es ser sensato, y demostrar que la fibra de mi que disfruta los maravillosos momentos de escribir nuestras cosas en el blog, es quizá, la única parte que puedo llamar madura y digna de leerse, lo bueno es que ¿cual otra lees entonces? benditas paradojas absurdas.