Lo Increible y Fastidioso

Para sorpresas y giros en la trama, me bastan con los días que siguieron a mi anterior entrada. Mi carta que dirijó atentamente al departamento de quejas no tiene que ver nada con el robo de mi camára, al contrario, al menos ahora tengo una razón apremiante para invertir mis escasas quincenas en algo que pueda aprovechar y que de cierta manera, estoy seguro que le puedo dar un uso razonable.

Por un momento mis quejas también hiban dirigidas a mi trabajo, un tema mucho mas convencional y con mejores posibilidades de explayarme en un montón de traumas y berrinches que se te juntan cuando te levantas temparno, no desyaunas y convives con una analfabeta que exagera aún mas su ignorancia para crear simpatía con los colegas. Bueno, excepto por la tormenta de adjetivos en realidad no le concedo mucho interés, 5 horas de trabajo de las cuales solo invierto 45 minutos de esfuerzo tampoco merecen ser incluidas en una carta de quejas (por si se les olvida, seguimos hablando sobre mi carta que mando al departamento de quejas)

Nop, mi queja es simple y concreta, al mismo tiempo justificada en mi flojera y mi sobre todo molesta obsesión por sacar un objeto más de mi closet de manías abandonadas, y darle un uso tan intenso como el que le doy ahora a mi libreta de apuntes (si me dan a escoger le pido al departamento de quejas considere mi balón de basket o mi guitarra sin cuerdas, sería alegre desempolvarlos antes de hecharles encima mi sueño de trompetista de jazz encima, y perdelos un poco mas en el olvido)

(mi sentido del humor se nota muy pobre a decir verdad)