5 de diciembre de 2010

El domingo que no fue agradable

De las pequeñas cosas que me encanta disfrutar, los ojos y la mano de mi hermana son novedosas y agradables, sus ojos son enormes y negros, como los míos, excepto por lo de enormes. El ofrecerle mi mano significa que ella toma mi nariz, o lo que alcanza.
En otros tiempos extender la mano era particularmente especial para mí, como actualmente lo es evitar los gerundios, cosa que también, en su debido tiempo no veo con la importancia que en un futuro seguramente vea. Extender una mano solo era un preludio a estrechar otra mano, y caminar juntos, tomados de las manos, de esas veces que tus tías suspiran y dicen líneas como "aww" o "que lindos" mientras que mi pequeño yo de 5 años camina con mi prima de 8 rumbo a los juegos del jardín.
Luego siguen los días de no estechar muchas manos, probablemente un par o más, en su mayoría de tramite, conocer a los amigos de mi papá, a mi mamá en esos días que nos mostramos cariño, o la pata de mi perro cachorro cuando tenía yo 12 años.
Y entonces continúa la especial, la mano que extiende la mujer de corta estatura en la tienda de abarrotes. Después de un tiempo mi relación con ella se puede traslucir en su brazo rodeando el mío, en un ligero abrazo, normal y cálido, e inolvidable, como todos los primeros de toda la vida.
Hablar de manos, suena raro, casí fetichista, aclaro que no lo és o al menos no quiero dar esa impresión, sólo es un detalle que estaba pensando hace rato mientras jugaba un juego de terror en casa de mi abuelo, uno de esos detalles que me obsesiona de la vida, como suele sucedernos a todos (o esa es mi suposición).
Para mi la forma en que estrecho la mano de alguien, o como interactuamos en un abrazo o un saludo, hasta la forma de caminar también, son cosas que me intrigan desde aquella primera ves que estrecharon mi brazo con su mano delgada y temblorosa.
Por ejemplo, hace unos años, con otra mujer no nos soltábamos de las manos al caminar, casi como un requisito y un punto cómodo de interacción, si tu caminas, yo tomo tu mano, si yo lo hago, tu buscas la mía, así haga calor o fastidio. Al final nos cansamos de buscar las manos, y el no hacerlo suponía una interpreción de problemas en la relación, y una barrera inexplicable de frialdad. Al final en el subtexto fue una de las razones para terminar lo que tenía con ella, el cansancio, el no arriesgarse y el fastidio, eso, o una alocada interpretación de selales irrelevantes de la vida, como son comúnes en los tweentysomething (frase de jamie cullum)
Actualmente me gusta la forma en que caminar ella y yo, con ella me refiero a mi novia actual (jo!) de forma improvisada, imprevista y con abrazos. Es corta descripción, pero honesta.

1 comentario:

BrendaMoon dijo...

Y esta vez me sacaste una sonrisa :)

Uno de ocioso


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